Lo que me lleva a esta canción, que todos conoceréis, pero me da igual, porque esto es mi blog y soy libre de expresar mi opinión y hacer o decir lo que me venga en gana. Pero borderías a un lado, os quiero mis queridos seguidores, que venís a mí como regalos día sí, día no, día no, día no, día sí; y quiero compartir con vosotros esta canción, este clásico, de la gran banda... no, de la gran religión que son
He de confesar que de pequeña odiaba esta canción. La detestaba. Mi padre, fiel seguidor de esta banda, me intentó educar el oído, y yo simplemente seguía rechazándola, una y otra vez (sólo esta canción, de las demás era una debota como cualquier otra). Y es que, era un run run en mi cabeza de niña pequeña, recordándome cosas que tenía que hacer, y como una conciencia fuera de mi cuerpo, me pinchaba y torturaba por no hacerlo. Por cerrar los ojos y taparme los oídos. Y es que maduré demasiado deprisa, y sufría por preocupaciones de adultos. Qué os voy a contar, es lo que toca. El destino nos da las cartas y nosotros debemos jugarlas lo mejor que podamos. Vivan los Beatles. Viva Shakespeare.
No hay comentarios:
Publicar un comentario